Interior de una posada en Ucrania. Es el momento de la expatriación de los ucranianos. En la posada, las mujeres rezan y algunos campesinos beben servidos por Boni, el joven posadero. Su tía Tatiana y su novia Olga se lamentan de que el Soviet haya incendiado el palacio del joven príncipe Sergio, que suponen muerto, lo que confirma Koska, un aldeano al servicio del Soviet que anuncia, además, la próxima llegada del comisario del Soviet de Kiev para incautar las tierras. El odio de todos por Koska no hace sino aumentar cuando recuerdan la bondad y generosidad del príncipe. Aparece Pedro, que ante el asombro de todos dice ser el comisario que viene para prender al príncipe Sergio, milagrosamente salvado y huido. Los campesinos le desprecian porque ven en Pedro un enemigo, pero él les dice que cumple una misión y que en realidad la lucha de hermanos le entristece. Al marchar de la posada promete volver.
Las conversaciones de Olga, Boni, Tatiana y otros personajes son de pronto interrumpidas por la llegada del príncipe Sergio, a quien vitorean los campesinos. Viene con Katiuska, que viste el traje de aldeana que utilizó para salvarse. Está medio desfallecida. Todos quieren socorrer al príncipe, pero éste les advierte del peligro que corren si hacen tal cosa, pues han puesto precio a su cabeza. Pide, sin embargo que socorran a Katiuska, a quien encontró en la confusión de la huida. Ella les dice haber perdido toda su familia y sus bienes.
El príncipe marcha, pero antes entrega monedas de oro al posadero para que nada le falte a la joven. Unos tambores anuncian la llegada de soldados del ejército rojo. Vienen medio borrachos y luchan por acercarse a la atemorizada Katiuska. La aparición de Pedro y su viril defensa de la joven aleja a las turbas, con el agradecimiento de ella, que dice ignorar quién es, si bien recuerda que su abuela le decía que ella «era diferente».
El pueblo de campesinos sabe la llegada del comisario Pedro Stakof y vienen dispuestos a lincharle, porque suponen que les cobrará los tributos, Katiuska protege a Pedro escondiéndole en su habitación.
El segundo acto transcurre en la misma posada, Tatiana, Olga, Boni y los demás suponen que Pedro pudo escapar, aunque quizá herido por los disparos de los campesinos. Llega un vagabundo viejo, mal vestido y con un acordeón al hombro. Pide asilo y le dejan dormir al lado de la lumbre.
De su habitación sale Katiuska, que creyéndose sola entona una canción que el mendigo dice conocer. Pregunta a Katiuska donde la aprendió, y al describir ella algunos detalles del lugar y de las costumbres donde vivió antes de la revolución, el viejo le ayuda a recordar dándole datos concretos que demuestran el conocimiento exacto de la familia de Katiuska. Le impone silencio absoluto de cuanto han hablado, y cuando se halla a solas con Tatiana le dice que mañana volverá a buscar a Katiuska. De su seguridad le responderá Tatiana con la vida. La asustada mujer no entiende nada, pero promete hacerlo.
Más tarde, aparecen los soldados mandados por Pedro Stakof. Traen prisionero al príncipe Sergio. A preguntas de Katiuska, el comisario responde que cumple con su deber entregándolo al pueblo. Pedro supone que Katiuska le odia por haber prendido a su salvador, de quien la cree enamorada. Katiuska le revela que a quien quiere es a él. Entran Koska y soldados rojos que traen prisionero al conde Iván y a varios nobles rusos disfrazados. El conde Iván dice que él sólo es un músico vagabundo, pero el príncipe Sergio al saludarle le descubre, sin querer. Katiuska le reconoce entonces como el amigo más fiel del zar y el viejo le dice que ella es Katiuska Ivanow, hija de la soberana rusa. El asombro es general. Pedro les tiende un salvoconducto para que todos puedan pasar la frontera, incluida Katiuska. La princesa, sin embargo, no quiere abandonar a Pedro.
Este es acusado de traición por Koska, pero el alto comisario del pueblo rompe el salvoconducto que condenaba a Pedro. Deja partir a los prisioneros, menos al príncipe -que será juzgado- y a Katiuska le da la opción de abandonar Rusia o vivir en ella como una mujer del pueblo. La decisión es quedarse con Pedro.